viernes, 11 de octubre de 2019

Inspirando Valores, 2019/10



Quisiera comenzar el séptimo período del “Programa de Valores” con el tema “INSPIRANDO VALORES” que nos dará consejos puntuales sobre cómo manejar situaciones con los niños y personas a nuestro alrededor.

Quienes tuvimos la oportunidad de asistir al taller sobre la Prevención de la Violencia ofrecido durante la XX Convención del DEKI, pudimos sacar en conclusión que todo, absolutamente todo lo bueno, está basado en el amor. Los problemas de abuso, violencia, incomprensión, maltrato, mala comunicación se producen por falta de afecto, ternura, principios espirituales y morales.

Si desde su concepción los niños son criados con verdadero amor, estamos sembrando en ellos una alta autoestima y seguridad. Al educarlos, debemos siempre reflexionar con ellos la razón para darles un NO a algo que se empeñan en hacer o tener, así, automáticamente se está también enseñando a decidir con criterio. Lo más importante es que los padres o tutores practiquen estos sentimientos consigo mismos, con su pareja y con quienes están a su alrededor. 

Lo que produce verdaderos cambios en la vida de una persona es el ejemplo, y si los padres mantienen una vida basada en valores, son como el espejo donde mirarse. Con toda seguridad este niño  desarrollará nobles sentimientos y cuando encuentre algún inconveniente, estará consciente de que las situaciones por difíciles que parezcan, pueden arreglarse con dignidad y altura.

La niñez es una etapa de gran vulnerabilidad y los niños son fácilmente influenciables, por eso, es importante que los padres demuestren autoridad desde el principio. El niño nace con su propio carácter y si encuentra debilidad en sus progenitores, sus caprichos pronto serán su fortaleza y los padres tendrán que ceder para evitar conflictos y situaciones desagradables. Hay que ser cuidadosos al momento de cumplir las exigencias y demandas de los pequeños porque los verdaderos traumas llegan no por falta de cosas materiales sino por falta de seguridad y sobretodo del tiempo que les dediquemos que debe de calidad, especialmente ahora en que padre y madre deben trabajar y las criaturas quedan en manos de terceros a quienes también hay que transmitirles nuestro modo de ser y de pensar, especialmente con el ejemplo y buenas costumbres. El mayor valor que podemos dar a los hijos es el tiempo.

La espiritualidad es un ingrediente básico que debemos practicarlo a diario para que el niño crezca con esa sensibilidad de tener un Ser Supremo y que nace con él  pero que hay que ayudar a desarrollarla. Esta importante tarea es indelegable por parte de los padres, especialmente de la madre que es quien procrea, amamanta, cría con ternura y amor y crea en el niño fe, confianza y un espíritu sano.

Igualmente como nos preocupamos de desarrollar sus músculos para que crezcan fuertes, su mente para que sean inteligentes, sus aptitudes para que desarrollen sus habilidades, más importante es  preocuparnos de esta parte espiritual que va de la mano con la parte intelectual y física.

Qué importante es preocuparnos de sus juegos, la lectura, la letra de la música que escuchan a diario, los programas de televisión y especialmente, la tecnología que, si bien los distrae, les limita a desenvolverse normalmente y lo que es más grave, forma adicción y dependencia. La tecnología está mutando la etapa hermosa de la infancia que es apreciar las cosas simples de la vida, coarta la creatividad, el compañerismo, la comunicación y se ven en un mundo materializado, exigente y muchas veces inalcanzable. De allí la agresividad, el bullying, el acoso, el descontento, la incomprensión que van dañando poco a poco su ser.

Está en nuestras manos ser y entregar amor. No cuesta nada y es un valor que nada ni nadie podrá arrebatarnos y se multiplica día a día con grandes beneficios. Depende de cada uno, ¿verdad? 


Por Betty Valarezo. del Comité de Valores del Deki

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