Se
acerca esta hermosa festividad milenaria que nos permite compartir amor, buenos
deseos, acercarnos más a nuestra familia, seres queridos y amistades. Es un mes
que se ve diferente por la serie de acontecimientos que la vida moderna ha
impuesto, por lo que me permito reflexionar con ustedes para que hagamos la
diferencia.
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Importante
conversar en familia sobre el verdadero sentido de la Natividad de un Niño
cuyas enseñanzas de humildad, justicia, pobreza nos dejaron una razón poderosa
para pensar y actuar.
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Llegó
como cualquier otro niño: inteligente, juguetón, feliz y vivió rodeado de amor,
comprensión, respeto, buena comunicación, obediencia y participación en la vida
de sus padres que le permitieron desarrollarse en un ambiente de paz dentro del
hogar.
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Pronto
tuvo que dejar la tranquilidad de su infancia para cumplir los designios de Su
Padre, quien le había dado la difícil tarea de entregar su vida para la
salvación del mundo.
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De
esta realidad, ¿cuál es el sentido actual de la Navidad? Se ha convertido en un
comercialismo insalvable ya que todos de una u otra forma caemos en sus garras
sin pensar que nos están manipulando, creando una necesidad donde no existe, gastando
lo que no tenemos ni podemos, para cumplir con las exigencias implantadas por
la sociedad. Triste realidad.
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Qué
sentido tiene ahora si vivimos esperanzados en que una y varias tarjetas aguantan
todo, sin pensar que nuestro sacrificio, lo adquirido con esfuerzo para
nuestras necesidades y la de nuestros hijos, lo hemos menospreciado al ser
parte de una competencia sin sentido. Compramos lo que no necesitamos,
regalamos la sorpresa que no sorprende a nadie, perdemos horas y horas de
nuestro precioso tiempo derrochando energías que cuando llega el momento se
vuelven carga muy pesada y seria, porque HAY QUE PAGAR LAS CUENTAS.
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Inculquemos
en nuestros niños la necesidad de ser respetados. Seamos los mayores portadores
de paz y no de conflictos. Evitemos cargarles de regalos que no les dejan
desarrollar intelectual y físicamente, que les invalidan y anulan sus buenas
energías.
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Sembremos
con ellos un árbol para que mes a mes vayan vivificando la riqueza de su
naturaleza, aprendan a cuidarlo y tengan el orgullo de verlo crecer y dar su
sombra.
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Regalemos
semillas que les permitan, al poco tiempo, complacerse de sus resultados.
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Festejemos
una “NOCHE BUENA” con amor y ternura para toda la familia, que el perdón y la
buena comunicación fluyan como el mejor regalo que podemos ofrecer.
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Si
nos es posible, vamos con los niños a hacer una visita, entregar un regalo, dar
cariño, escuchar, colaborar en algún evento. Con el valor que hubiéramos
invertido en regalos innecesarios, llevemos una cena a ancianos, a niños en la
cárcel, a madres adolescentes, etc.
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Hagamos
una Navidad diferente. Una celebración que nos llene el alma, nos cambie la
vida a futuro y seamos parte integral de favorecer al planeta que tanto lo
necesita.
Betty de Espinosa
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